Lloro,
sufro,
en la sequedad
de la historia,
en la soledad
de mi gabia.
Sufro,
lloro,
en la maldad
de un mundo herido,
en la brevedad
de nuestro encuentro.
Lloro,
sufro,
en la necedad
del ignorante,
en la atrocidad
del más fuerte.
Sufro,
lloro,
porque tu y yo
uno no somos,
sólo somos dos
en el Uno.
Pepe Baena Iniesta
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