dijous, 17 de març del 2016

Viajando...



Oh amigo Jesús!!!
Otra vez me enfrento al desparpajo de la velocidad del tren con dirección a la capital del reino borbónico.
La madrugada de la Barcelona vestida de faena es testigo de mi sueño de obrero que se hizo cura.
No pretendo guardar silencio con el ruido de fondo de unos ejecutivos con sus ordenadores abiertos al son de empresas capitalistas.
Me siento pequeño en el vagón del ferrocarril que coge velocidad a ninguna parte, aunque tengamos escritos nuestros destinos en los billetes imprimidos o digitalizados en teléfonos inteligentes.
A mi lado un hombre que lo primero que ha hecho es marchar para desayunar dejando un hueco a mi derecha haciéndome experimentar, una vez más, lo que es ser huérfano de pasajero.
Y... Amigo Jesús me hundo en mi interior para musitar palabras gallardas y humildes rodeado de hombres y mujeres que viajan más allá de mi propio conocimiento y arrebato de creyente silencioso que tiene una cita con la pastoral obrera:

El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
Él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. (Del Salmo 32)

Pepe

Fent-ne pregària...

Una pregària poètica fent recés del Pradó....

Jesús tú ets

Jesús tú ets
el qui jo no sé.
Per molt que et pinti
sempre em mancará el matís.
Per molt que t'imagini
no arribaré pas al més sublim.

Jesús tú ets
el qui jo mai seré.
Per molt que et miri
sempre em regalarás un nou matí.
Per molt que t'estimi
no deixaràs ningú sense pastís.

Jesús tú ets
perquè sigui jo.

Pepe

Grupo de alfabetización: más vale tarde que nunca



 

Cuando hace tiempo Montse compartía conmigo su inquietud de ayudar a leer, escribir y recitar a personas concretas de nuestra comunidad, le animé a que pintara el proyecto en el lienzo de la parroquia. Al final, Montse acompaña, cada miércoles en el local parroquial, a Carmen, Pepi, Dolores, Mari y María en este camino de alfabetización que huele a vino añejo que ha adquirido buen gusto en el transcurso de los años. Mujeres coraje, viudas, gastadas por la vida, casadas y no cansadas, valientes con la cara destapada y estampada por más de alguna arruga, luchadoras primero por su hijos y después por sus nietos… Féminas que no renuncian a aprender y crecer más allá del tiempo que todo no se lo puede llevar. Y alimentan esa capacidad de renacer aunque las canas empiecen a aparecer. Se me transparenta en el corazón la escena de Jesús con Nicodemo: Jesús le dijo: “Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “Pero ¿cómo puede nacer un hombre que ya es viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez dentro de su madre para volver a nacer?”.

Jesús le contestó: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos es humano; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes si te digo: ‘Tenéis que nacer de nuevo.’  El viento sopla donde quiere y, aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son todos los que nacen del Espíritu.”  (Juan 3, 3-8).
¡Cómo me alegraría que de aquí a unos meses todas estas mujeres pudieran leer la presente hoja parroquial escrita para y con ellas! Porque para Dios no hay nada imposible. Y más si ponemos de nuestra parte, por muy tarde que sea.
“Yo... ¿a mi edad?”, “se me ha pasado el arroz”, “todo tiene su edad”, “ya he perdido el tren”… Son expresiones que utilizamos cuando vamos acumulando años y se nos presentan nuevos retos. Pero, sin perder el realismo, podemos también decir que la vejez es una oportunidad para seguir creciendo con Dios. Y si no, que se lo pregunten a Abraham que, habiéndose organizado la vida en su etapa de la tercera edad, sintió la llamada divina: Un día el Señor dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Con tus descendientes formaré una gran nación; te bendeciré y te haré famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo.” Abram salió de Harán, tal como el Señor se lo había ordenado. Tenía setenta y cinco años cuando salió de allí para ir a la tierra de Canaán. (Génesis 12, 1-4).
Quisiera dejar en puntos suspensivos esta vivencia personal con un grupo de mujeres que dan un buen testimonio a jóvenes que viven desanimados, apáticos, desganados… Ahora nos muestran, con su ejemplo femenino, que no es cosa de años sino de espíritu lo que hace que llevemos con más dignidad el peso de las dificultades que vivimos.


Los buenos florecen como las palmas
y crecen como los cedros del Líbano.
Están plantados en el templo del Señor;
florecen en los atrios de nuestro Dios.
Aun en su vejez, darán fruto;
siempre estarán fuertes y lozanos,
y anunciarán que el Señor, mi protector,
es recto y no hay en él injusticia.  (Salmo 92, 12-15)


Pepe