Martes 3 de abril de 2018
Són las 4:30 de la mañana. Voy caminando de Bellavista a la estación del tren de Granollers Centre. Primero me encuentro con un chico joven cargado con una mochila que lleva una manta. Esta mirando en las papeleras. Me hace parar. Charlamos un rato. Me dice que la gente no se detiene para hablar con él. Debe ser por su aspecto me confiesa. Hace un rato ha pasado de largo un autobús. Me explica que tiene dinero. No roba. Ha trabajado. Le pregunto su nombre: Asman le llaman. Quiere ir a Barcelona porque por la zona lleva 10 años y no tira hacia adelante. Sólo quiere algo de dinero para sus porros, sus birras... No se mete con nadie. Lleva tiempo durmiendo en la calle. Le animo a que pase por Cáritas de nuestra parroquia. En ningún momento me ha pedido dinero. Sólo quiere marchar a Barcelona. Le digo la hora. Y se despide yendo hacia la estación de Bellavista.
Más adelante, a punto de llegar a la estación, me encuentro con otro joven arabe con mochila. Me hace parar y me pregunta que si puede trabajar sin papeles. Le contesto que es muy dificil si no le hacen contrato. Puede trabajar en negro. Me señala un hombre que va delante. Es sudsahariano. Ese me ha dicho que trabaja. Le repite que a lo mejor esta trabajando con contrato o en negro. De la misma manera que ha venido, aquel joven ha marchado con mochila a cuestas.
Me resuena el siguiente texto del Evangelio (Mateo 9:36):
"Y Jesús, al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor."
Me sabe mal, Amigo Jesús, de no haber tenido más tiempo para atender a aquellos dos jóvenes. Iba con la prisa de coger mi tren y no permanecer en la estación de la vida de aquellos pelegrinos de la noche. Para hablar con ellos, caminar con ellos, tomar un café con ellos, de escucharles... como lo hacías tú. Haz que salga de mi noche para entrar en la noche de los que andan sin norte.
Pepe Baena Iniesta
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