Después de una tarde de intensa oración sobre la unión
con Jesucristo pobre, que no tiene donde reposar la cabeza (Mateo 8,
20), me han brotado estos versos:
Tu nido
Tu nido
es mi sino.
Mi sino
es tu nido.
Reposas tu cabeza
en el nido de la tristeza
de tantos sin hogar
de muchos sin lugar.
Descansas tus pies
en el nido del traspiés
de muchos sin trabajo
de tantos sin desparpajo.
Estiras tu cuerpo
en el nido del contratiempo
de tantos sin estrella
de muchos sin huella.
Recuperas tu aliento
en el nido del tormento
de muchos sin equipaje
de tantos sin homenaje.
Tu sino
es mi nido.
Mi nido
es tu sino.
Del amor hagamos
un nido de todos.
Pepe Baena Iniesta
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