dilluns, 20 d’abril del 2015

Cuestión de mirada



 
EL TRONCO

Muchas veces acostumbro a valorar con ironía los comportamientos de ciertas personas. Comportamientos, actitudes y maneras de actuar que no están dentro de un esquema personal, depurado por mis propias imperfecciones. Me fijo más en la paja de los demás desde el tronco de mi incoherencia e incompetencia. Se podría recoger esta falta de amor con la siguiente frase: “Juzgo, luego peco”. Nuestro amigo Jesús tiene buen ojo para interpelarnos en este aspecto sutil de nuestras relaciones: “No juzguéis a nadie, para que Dios no os juzgue a vosotros. Pues Dios os juzgará de la misma manera que vosotros juzguéis a los demás; y con la misma medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros. ¿Por qué miras la paja que tu hermano tiene en su ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en el tuyo, ¿cómo podrás decirle a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja que tienes en el ojo’¡ ¡Hipócrita!, sácate primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7, 1-5)

Este tiempo cuaresmal me ayuda a darme cuenta de mis actitudes que confunden a los demás por ponerme en el lugar que no me corresponde. Me ha pasado algunas veces cuando pierdo mi papel de servidor que confía en las posibilidades de los que forman una comunidad cristiana. Los curas podemos tener la enfermedad de la “comunitis aguda”. Es un mal inflamatorio del ego propio del clero, que se hace presente cuando dicho  individuo se da tanto a la comunidad que lo vive con una dependencia   preocupante que todo tiene que pasar por sus manos.  Aquí se ve que la patología se produce por falta de centralidad en Cristo. Esto también le puede pasar a todas aquellas personas que tengan alguna responsabilidad hacia los demás...


Por eso el tratamiento médico del doctor Jesucristo a mi dolencia es la humildad con dosis de confianza. Podemos ver sus efectos en Pablo de Tarso ante las primeras comunidades cristianas:
“Vivid en armonía unos con otros. No seáis orgullosos, sino poneos al nivel de los humildes. No os tengáis por sabios” (Romanos 12, 16)

“Sed humildes y amables; tened paciencia y soportaos unos a otros con amor” (Efesios 4, 2)

“No hagáis nada por rivalidad u orgullo, sino con humildad; y considere cada uno a los demás como mejores que él mismo.” (Filipenses 2, 3)

“No dejéis que os condenen esos que se hacen pasar por muy humildes y que dan culto a los ángeles, que pretenden tener visiones y que se hinchan de orgullo a causa de sus pensamientos mundanos.” (Colosenses 2, 18)

“Dios os ama y os ha escogido para que pertenezcáis a su pueblo. Vivid, pues, revestidos de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.” (Colosenses 3, 12)



Y, al final, es cuando el perdón es auténtico. Por esta razón os pido perdón por las veces que no he sido un auténtico compañero de camino en Jesucristo. 

Pepe
 
    

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada