dissabte, 23 d’abril del 2016

Moltes gràcies Mercè Relats de la mà de l'evangeli de Lluc




Marta, Marta, estàs preocupada i neguitosa per moltes coses, quan només n'hi ha una de necessària. Maria ha escollit la millor part, i no li serà pas presa. (10, 41-42)

Ocupa't d'ell i, quan jo torni a passar, et pagaré les despeses que facis de més (10, 35)

La teva fe t'ha salvat. Vés-te'n en pau. (7, 50)

Tracteu els altres tal com voleu que ells us tractin. (6, 31)

El metge, no el necessiten els qui estan sans, sinó els qui estan malalts. No he vingut a cridar els justos a convertir-se, sinó els pecadors. (5, 31-32)

Sigueu misericordiosos com ho és el vostre Pare. (5, 36)



Graveu bé aquestes paraules dins vostre: el Fill de l'home ha de ser entregat en mans dels homes. (9, 44)

Recordeu què us va dir quan encara era a Galilea: "Cal que el Fill de l'home sigui entregat a les mans dels pecadors, que sigui crucificat i que ressusciti el tercer dia.” (24, 6-7)

Ai de vosaltres, els qui ara aneu tips: vindrà dia que passareu fam! (6, 25)

Com desitjava menjar amb vosaltres aquest sopar pasqual abans de la meva passió! (22, 15)

I jo us dic: Demaneu, i Déu us donarà; cerqueu, i trobareu; truqueu, i Déu us obrirà, perquè el qui demana, rep; el qui cerca, troba; i a qui truca, li obren. (11, 9-10)

El Pare ho ha posat tot a les meves mans. Ningú no coneix qui és el Fill, fora del Pare, i ningú no coneix qui és el Pare, fora del Fill i d'aquells a qui el Fill el vol revelar. (10, 22)

Si algú vol venir amb mi, que es negui a ell mateix, que prengui cada dia la seva creu i que em segueixi. (9, 23)



Mireu-me les mans i els peus: sóc jo mateix. Palpeu-me i mireu. Els esperits no tenen carn i ossos, com veieu que jo tinc. (24, 39)

Esforceu-vos a entrar per la porta estreta, perquè us dic que molts voldran entrar-hi i no podran. (13, 24)

Recobra la vista; la teva fe t'ha salvat. (18, 42)

Cap criat no pot servir dos senyors, perquè, si estima l'un, avorrirà l'altre, i si fa cas de l'un, no en farà de l'altre. No podeu servir alhora Déu i el diner. (16, 13)

El Fill de l'home ha vingut a buscar i salvar allò que s'havia perdut. (19, 10)



Realment el Senyor ha ressuscitat i s'ha aparegut a Simó! (24, 34)

El cel i la terra passaran, però les meves paraules no passaran. (21, 33)

La sal és bona; però si perd el gust, amb què la tornaran salada? No és bona ni per a adobar la terra ni tan sols per al femer, i l'han de llençar. Qui tingui orelles per a escoltar, que escolti. (14, 34-35)

A què s'assembla el Regne de Déu? A què el compararé? És com un gra de mostassa que un home va sembrar en el seu hort. Va créixer i es va fer un arbre, i els ocells del cel van fer niu a les seves branques. (13, 18-19)

Tots aquests han donat el que els sobrava; ella, en canvi, ha donat el que necessitava, tot el que tenia per a viure. (21, 4)

Si algú ve a mi i no m'estima més que el pare i la mare, la dona i els fills, els germans i les germanes, i fins i tot que la seva pròpia vida, no pot ser deixeble meu. (14, 26)







"Jesucrist també pot trencar els esquemes avorrits en els quals pretenem tancar-ho i ens sorprèn amb la seva constant creativitat divina" (Papa Francesc)


Pepe

ROSA DE BELLAVISTA





Con motivo de la muerte de Rosa y su correspondiente misa de las exequias en la iglesia de los Franciscanos el pasado 14 de abril, os comparto la homilía que elaboré desde la oración por esta mujer profundamente creyente de nuestra parroquia.

En  un día de mercadillo en Granollers nos encontramos aquí diferentes personas con sus distintos pensamientos, culturas, tendencias, sensibilidades, edades, momentos vitales... en esta iglesia regida por los franciscanos. Un lugar representativo que nos evoca pobreza, paz y sencillez ante tanta aparente riqueza, tranquilidad y belleza de nuestra sociedad. No hemos venido para vender o comprar algún producto necesario, ni pasear entre parada y parada escuchando voces que nos animan a consumir. Nos hemos juntados esta mañana para compartir lo que nunca se venderá ni se comprará: el amor de Dios. Si, el amor de Dios que se nos regala, nunca se nos impone, con un testimonio de vida calado en una mujer bajita, testaruda, fiel, luchadora, caritativa, picarona, alegre y profundamente creyente. Todos y todas la conocemos: Rosa la de Bellavista, Rosa de Bellavista.
Ella creció con el barrio. Y el barrio creció con ella. Dio y seguirá dando que hablar porque ella nunca pudo callar ante lo que veía, vivía y pensaba. Hacía más que hablaba abriendo la puerta de su casa a los vecinos, especialmente  a los necesitados. 


Recuerdo que la primera vez que me invitó a entrar a su morada me presentó a su marido Agustín, vuestro padre, abuelo, hermano, tío, etc. que me recibió a la vez con una sonrisa que ya me quedó perenne en mi memoria... Ay... Seguro que Rosa ya no lo echará a faltar porque con Dios en su gloria nadie falta, nadie sobra. Ay... su hijo Juan, vuestro marido, vuestro padre, vuestro hermano, vuestro tío, vuestro familiar, nuestro amigo, nuestro vecino, nuestro compañero... también tiene su lugar, sin tiempo ni espacio, más allá de lo que podemos imaginar.

La conversación que he tenido con algunos de vosotros, que formáis parte de su familia carnal, me ha hecho comprender que detrás de una gran familia hay unas grandes personas con sus imperfecciones y defectos. La familia de Rosa ha estado cimentada por la ventolera del Espíritu de Dios a través del ejemplo y el coraje característico de los que siguen a Jesucristo, algunas veces llamados beatos en tono despectivo o indiferente. Con Rosa, que para mi no era beata sino buena, he conocido a su familia y su familia se ha dado a conocer y yo, como cura, a ella. Esta mujer valiente atraía a los suyos a la iglesia que tanto quería, sin ningún tipo de pudor, ni vergüenza... para rezar, para recordar que los muertos viven en el Dios de la Vida. Su Agustín, su Juan... como muy bien decía...

Por tanto, no hay que olvidar el papel que tuvo Rosa de Bellavista en la construcción de la comunidad de Sant Francesc d’Assís entre alegrías y penas. En su evolución de capilla a parroquia. Siempre he respirado fraternidad, hermandad, comunión... en esta comunidad pequeña con un corazón grande para amar y servir a la gente del barrio. Por eso, mis cinco años como cura en Bellavista no tendrían color sin esta fémina impregnada de la fe en Jesucristo. Aunque nuestras sensibilidades eran diferentes, Rosa con su alabanza carismática supo adaptarse y amar maternalmente al estilo de la Virgen María a este sacerdote que tendía más al color rojo que al negro. Rosa de Bellavista no me quiso cambiar a pesar de que ella, como el aceite, se hacía valer con su libertad evangélica para decir con palabras firmes en más de una misa: Bienaventurados los pobres de espíritu... Bienaventurados los limpios de corazón... Bienaventurados...
Con tu permiso, Rosa, añado, sin que me tiemble el habla ante esta iglesia abarrotada, otra bienaventuranza: Bienaventurada Rosa porque su bondad es expresión de que el Reino de Dios comienza en los humildes y sencillos.

Hoy están de fiesta en el Reino del Cielo, que comienza aquí en la Tierra, porque Rosa de Bellavista descansa en el Amor de Dios para siempre, como otros y otras que la han precedido.

Pepe

diumenge, 10 d’abril del 2016

El arte de celebrar



 
Hoy quisiera presentar a otro equipo de nuestra parroquia que hace posible desde la discreción y el arte vivir con intensidad la eucaristía y los otros sacramentos: el equipo de liturgia. Éste está formado por Francisca, Conxi y un servidor. Ante los momentos fuertes del año litúrgico (Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua) y otras fiestas litúrgicas este grupo se reúne para preparar las distintas celebraciones con delicadeza partiendo de la vida de las personas del barrio y de la parroquia. Y siempre acompañado por los músicos que nos ayudan para orar: Quim, Anabel, Fidel y Pere y de vez en cuando, dependiendo de su disponibilidad, Encarna.

Así, cuando nos reunimos para celebrar el amor gratuito de Jesús que es enviado por Dios Padre por la fuerza del Espíritu Santo, se me pone la piel de gallina ante tanta grandeza. La fe en Jesucristo vivida en el día a día con sus luces y oscuridades se revive en la celebración de la misa y en los demás sacramentos (bautismo, confirmación, perdón, unción de enfermos, matrimonio, orden sacerdotal) como expresión personal y comunitaria del encuentro con Dios Amor que actúa y seguirá actuando a través de las personas y de los acontecimientos de la vida.



La palabra liturgia viene del griego “leitourgía” y, a su vez, de “laos” (pueblo),y “ergon” (obra). En el griego clásico es acción del pueblo a favor del Estado o de la divinidad. Si nos basamos en la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia “Sacrosanctum Concilium” (1963) la liturgia es “el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.” (Sacrosanctum Concilium, a partir de ahora SC, n. 7). 

También dicha Constitución conciliar nos da un buen consejo para que la liturgia no se convierta en puro ritualismo sin ton ni son: “Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, adaptados a la capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones.” (SC n. 34). Más adelante el mismo documento nos acentúa la participación activa de todos los que venimos a celebrar la eucaristía: “Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos.” (SC n. 48).

Por esta razón, el equipo de liturgia tiene claro que las personas que asisten a las celebraciones litúrgicas respondan a Cristo que se hace presente ("donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18,20)). Respondiéndole cantando, escuchando las lecturas,  compartiendo las homilías, pidiendo con oraciones humildes, ofreciéndose cada uno junto a los pobres con el pan y el vino, compartiendo acciones de gracia y testimonios de vida, colaborando en la ambientación del lugar, respetando los silencios… Y siempre partiendo de la vida concreta y real de cada uno, del barrio, del municipio, del mundo entero.
Termino con unas palabras, que me han ayudado personalmente, del papa Francisco sobre la homilía: Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener «una idea, un sentimiento, una imagen». (Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, n. 157)

Pepe

Una charla de Timothy Radcliffe o.p. para tenerla en cuenta